La quilla se introduce
en el mar multicolor.
Lento, lento va el barco,
lo envuelven
olores salitrosos intensos.
El silencio cómplice,
sólo se rompe
con los rumores del viento,
escoba invisible y sonora.
Este,
susurra extraños poemas
a los oídos de los navegantes
hijos de la desilusión.
La inmensidad de las olas,
ante el desafío del poder
absoluto de las palabras
que recorren ágilmente las distancias
duras del mar.
¿Dónde las lleva el oleaje?
Los navegantes, miran hacia abajo,
a las aguas revueltas.
Sólo ven sombras en movimiento,
se contornos vagos y fantasmales.
Hay viajes que nunca acaban
en los sonidos del viejo mar
que une y separa.
Scrie un comentariu